sábado, 9 de enero de 2010

Piedra Redonda

no sabía que al escribir la anterior entrada (love of my life) estaría escribiendo una despedida anticipada de alguien a quien aprendí a querer con toda la ternura del mundo...

ella sabe que yo aqui sin ella no soy nada... que jodido aceptar eso...

en nuestras noches bohemias hablábamos hasta del átomo, hablábamos de todo, pero más hablábamos de parejas y de matrimonios, osea, las cosas en las cuales uno se ve más enfocado (!)...

discutiamos hasta el amanecer siempre con algunos tragos y ahora voy a extrañar todo eso...

no encontraré nunca a nadie como ella... es única y como tal le debo total fidelidad en mis sentimientos... que estando con ella siento que estoy vivo de verdad...

mañana por la mañana ella se va, como si se tratara del suceso más importante de mi vida... siento que adormezco por la falta de aire que me provoca el pensar que ya no estará...

eahouuuuuuuuuuuu era el grito que expresaba un sentimiento de desgarro... así ahora es que me siento... totalmente en lamento, sumido en el más oscuro de mis sentimientos, auto culpándome de que se va y se va y se va y yo maldita sea, no puedo hacer nada para que se quede...

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Piedra Redonda




Lo que tengo lo llevo conmigo
en esta absurda bolsa y en este absurdo cuerpo,
lo que quiero está siempre tan lejos
quizá al final de este absurdo camino.
A veces, cuando el sol se va,
tiñendo de violeta la esquina del mar
comprendo que nunca tuve nada
y que muy probablemente nunca lo tendré.
Uuuuh!... Sólo el beso de tu voz en el alma.
Uuuuh!... Y el perfume de tu cuerpo a mi alrededor.
Me siento tan solo, no sé en qué dirección correr
como un pájaro raro, que llegó al festín de los monos.
Llévame, aire del camino hasta donde nadie me pueda encontrar.
Llévame, aire tibio y azul y abandóname colgado de tu luz.
En tu luz brillante de cuchillo adivinaré la rosa y el clavel.
Llévame, aire del camino, hasta donde nadie me pueda encontrar.
A veces, cuando asoma el sol,
llenando de diamantes la quietud del mar,
me doy cuenta de que siempre fue así;
siempre estuve solo y siempre lo estaré.
Uuuuh!... Cuántas veces soñando despierto.
Uuuuh!... Creo verte entre la multitud.
En algún lugar alguien debería escribir
que este mundo no es más que una enorme piedra redonda.
Me siento tan solo, que no sé en qué dirección correr,
como un pájaro raro, que llegó al festín de los monos.
Llévame, aire del camino hasta donde nadie me pueda encontrar.
Llévame, aire tibio y azul y abandóname colgado de tu luz.
Y en tu luz brillante de cuchillo adivinaré la rosa y el clavel.
Llévanos, aire del camino, hasta donde nadie nos pueda encontrar.





Cuando duermes...