viernes, 8 de octubre de 2010

Remember... Pulgas en el Corazón...




Mi primer beso fue algo así como un “chape” de un día domingo, regresar súper templado muy tarde por la noche y no poder dormir durante toda la madrugada. Esperar a que por la mañana esto sea verdad. Mi primer beso. Era la locura. Salió todo como lo planeé. Puta maaaadre!!!!!...



Dos días después llegando a su casa estaba ella con su ex, quien muy amablemente me dejó "hablando" con ella:


Que pasó?
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Volviste con él?
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Bueno, creo que yo estoy de más aquí.
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Que seas feliz.


Y así sin pronunciar ni una palabra terminó esto que para mí recién empezaba.


Luego de estar golpeándome la cabeza con la puerta miles de veces todos los días hasta el siguiente año, llegué a la conclusión de que fui muy rápido y no me di cuenta, en verdad, de que el amor no era como me parecía.


En el invierno, durante las reuniones de parroquia, conocí una linda chica, totalmente de acuerdo con mis gustos: alocada, alegre, ojona, labios chiquitos, castaña, larga, estirada, muy segura de sí misma, capaz de hacerte sonreír con una mirada.


Y estaba interesada en mí. Ta maaaaare!!!...


El día que le di el primer beso, sentí que nunca más podría besar a alguien como la besé a ella.


El otoño, tan lleno de besos y suspiros. Tan lleno de amor. Sentí que era el universo. Sentí que estaba hecho para esto. La sentía tan mujer que nunca quería despegarme de ella.


Luego, en el verano, se fue. Ella ya no estaba. Tan simple como un abrir y cerrar de ojos. La tuve que ir a buscar a su casa pese a todas las advertencias de sus amigas que decían que sus hermanos eran muy celosos.


Me dije: cualquier cosa, solo verla y escuchar de sus labios, juro que solo necesito oír de sus labios que ya no está conmigo.


Luego de escucharlo y con cuatro colillas de cigarro a mí alrededor, me sequé las lágrimas sin poder levantarme. Estaba en un parque muy oscuro al cual llegué luego de que me apagaron la luz.


Eran las nueve de la noche.


Luego de golpear mi cabeza miles de veces más contra la puerta, al siguiente año ya no hubo un primer amor. Mi primer amor se fue con el segundo. Fue tan intenso. Tan hermoso. Me hacía cantar de felicidad. Me aprendí todas las canciones de los Guns n’ Roses en menos de un mes.


No estudiaba, planeaba como verla por la noche. Vivía para ella. Vivía para hacerla feliz. Vivía tan solo para ella.


Nunca sentí que ella se había ido. La lloré por cinco malditos años. Aún cuando mi hermana me disparó en la sien con aquella maldita noticia: ella estaba embarazada y dejó la universidad. Ya vivía con alguien.


Sentí morir.


La odié.


A mi hermana.


No tenía la culpa.


Lo dijo para que yo olvidara.


Fueron cinco años que estaba en ausencia de amor, siendo carnicero de mujeres, de chicas que, aunque mayores que yo, necesitaban encontrar el verdadero amor. Aquel amor que les brindaba a medio llenar. Pero que era suficiente como para destrozarlas cuando terminaba una y otra vez con alguien.


Los veranos nunca me gustaron. Me recordaban a ella tendida en la arena. Mirando de lejos, cuando pasaba con mis amigos. Nunca me dijo un hola. Mis amigos se burlaban de mí. Nunca me dijo algo. Odié el verano. Odié la playa y su arena. Pero volvía para verla una última vez.


Nunca más la vi hasta después de siete años.


Me alegró volver a verte. Un consejo: no te cases, jajaja... y sigues viviendo en tu casa?... ah pues, entonces un día de estos te iré a buscar...


Se fue.


La última frase la dijo como haciéndome recordar lo que me dijo antes de empezar nuestro amor:


Hola como te llamas?... y tu vives por la casa de mi abuelo no?... un día de estos entonces iré a tu casa...


Sentí que mi corazón saltó recordando el password, la contraseña al amor... no, le dije a mi corazón... no te ilusiones... deja que siga su camino.


Cuando duermes...